(El desconocido del lago). De Alain Guiraudie. Con Pierre Deladonchamps, Christophe Paou, Patrick d'Assumçao. Francia. 2014.
La acción se desarrolla en una playa nudista gay en el sur de
Francia. Y esta fina banda de arena donde se arman y deshacen parejas de un día
está bordada por un lado de un bosque, escondite donde se abrazan y se
confunden los cuerpos de los amantes y por otro lado, de un lago, terriblemente
tranquilo y con aguas sin un remolino. Si bien nos enteramos que los personajes
se encuentran fuera de este sitio, nosotros espectadores nunca nos alejamos de
este escenario natural. Y seguimos el transcurso de los días al ritmo de los
autos de estos hombres que llegan y dejan este lugar cuando se difumina el sol.
Este paisaje paradisíaco no tarda en revelarnos su carácter angustiante. El
personaje de Hubert primero, que no es nudista pero que viene a sentarse a lo
lejos de los bañadores para buscar paz después de la separación con su mujer,
segundo, el rumor de una criatura con un tamaño fuera de lo común que puebla
las aguas lisas del lago y que podría lastimar a los bañadores. Y el crimen
cometido por Michel, el hombre más deseado de esta playa, que ahoga a un ex.
Franck, el protagonista de la película asiste a este asesinato pero no será
suficiente para matar su deseo y su obsesión por Michel o lo hará hasta más
fuerte todavía.
L’inconnu du Lac es
un thriller psicológico sobre esta obsesión de Franck por Michel, un thriller
bruto donde la angustia se construye únicamente desde los personajes y la
acción. No hay música en L’inconnu du Lac,
solo se escucha el chapoteo del agua y en canto de la brisa sureña en los
arboles. Pero esto no es la razón por la cual la película se destaca tanto.
L’inconnu du Lac sorprende por la total desnudez de sus personajes. Rompe
entonces con una especie de tabú que es la desnudez del cuerpo masculino en el
cine y encima, no presenta esta desnudez desde lo estético sino que los
personajes están siempre desnudos, caminando, nadando, sentados… La desnudez no
es una puesta en valor sino totalmente descriptiva. Y el ojo del espectador se
vuelve totalmente voyeurista en las escenas de sexo, particularmente explicitas.
Ahí tampoco, no se esconde nada. No hay tabús en L’inconnu du Lac. Se destruye lo social y queda lo natural, lo
salvaje, lo instintivo.
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