(El Cuarto Azul), De Mathieu Almaric. Con Mathieu Almaric, Stéphanie Cléau, Léa Drucker. Francia. 2014.
La Chambre Bleue cuenta como un hombre termina hostigado por su
amante en uno de esos relatos que dan escalofríos por las vueltas que puede dar la vida cuando se suman circunstancias desgraciadas. Julien empieza a tener
relaciones con Esther, un poco de casualidad. Una relación carnal descrita en
planos llenos de una sensualidad erótica, cuya poesía no deja caer del todo en
lo sexual, como si estuviéramos contemplando al Origen del Mundo de Gustave Courbet.
La estética del cuarto azul
donde se encuentran los amantes tiene de hecho mucho de las pinturas de los
artistas franceses y europeos del siglo XIX. Amalric se demora retratando detalles
sin retrasarse en respectar la continuidad de la acción. Usa la misma técnica para
construir el relato. Si bien la narración contesta a una tradición del cine
francés a la Claude Chabrol ,
Almaric deconstruye la temporalidad de la historia y nos revela el fondo de la
trama colocando las piezas del rompecabezas una tras de otra.
El desorden
narrativo contrasta con el orden de la construcción de los planos. Hay pocos
movimientos de cámara. Estamos pegados al personaje de Julien, presenciando el desmoronamiento de su vida, viviéndolo con la misma incredulidad.
Es que, en La Chambre Bleue, la tragedia no se impone desde el principio. Se invita paulatinamente, maliciosa, Como que uno no la ve llega pero cuando está, se impone como una obviedad.