De Alexandros Avranas. Con Themis Panou, Reni Pittaki, Eleni Roussinou, Sissy Toumasi. Grecia. 2013.
El tono de la película está dado
desde los primeros minutos. Primer plano: una puerta cerrada. Es la primera
puerta cerrada de muchas durante Miss Violence porque a lo largo de la
película, el espectador se da cuenta de que, por más que la mayoría del tiempo está
encerrado en un departamento mirando vivir a una familia, no es más que un títere
paseado por el director y dejado a fuera de muchos momentos claves de esta
familia. A pesar de compartir la vida de estos personajes en sus instantes más
rutinarios, no somos un espectador omnisciente. De eso nos damos cuenta a
través de una filmación sin movimientos. Los personajes entran y salen del
campo cortando nuestra contemplación y entendimiento de lo que está realmente
ocurriendo. En realidad, no vemos más que lo que querrá mostrar la familia a
los servicios familiares cuando vendrán a investigarlos.
Sigue la película. La
puerta se abre y salen en silencio dos niñas de vestido blanco, las caras
graves. Es el cumple de una. Lo festeja con la familia, una familia en la cual
parece difícil saber bien cuales son los vínculos de parentescos entre sus distintos
miembros. Lo que si, se nota que todo gira alrededor del único hombre de la
familia. Que es casi el único en hablar, y las mujeres y los niños parecen revolotear
a su alrededor en un baile tranquilo. La fiesta es tranquila, le falta alegría,
una sombra cubre la escena de la misma forma que cubre la mirada de la
cumpleañera. No sabemos nada pero sentimos que hay algo que no está bien.
Y
viene la escena culminante del principio de esta película. La cumpleañera se
asoma al balcón y se tira en silencio. Miss Violence describe la vida de esta
familia después de la muerte de la nena de 11 años. Una vida que termina
abriéndonos las puertas de su indecible violencia.
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