Medianeras es ante todo una
película sobre Buenos Aires. Pero no desde el punto de
vista romántico de los turistas o del lado cultural. Taretto presenta a Buenos Aires a través de
planos cerrados del paisaje urbano porteño en su expresión más depurado. Paredes
blancas, ventanas, balcones, techos, cables. En esta capital llena del zumbido
del tráfico y de las charlas de los paseadores, Taretto elige mostrarnos el
silencio y la monotonía de esta jungla densamente poblada donde la gente se
cruza sin mirarse.
En esta Buenos Aires sin vida, viven Mariana y Martín, dos
solteros, cada uno en su monoambiente, ubicados en dos edificios de la misma
manzana. Están asustados por lo que los rodea, no se adaptan en esta selva
urbana y parecen perdidos entre los árboles de cemento de la ciudad. Taretto
logra describir la soledad, la monotonía, el aburrimiento, con una exactitud
ingenua. Y logra acentuar la angustia que nos genera el aislamiento de sus
personajes denunciando discretamente lo que lo engendra, el mal de nuestro
tiempo, el Internet y como nos proporciona todo para que no necesitemos salir
de nuestros hogares.
De este contra-plano
hecho de barreras de cemento y de ondas que corren de una computadora a otra,
se destaca la problemática de nuestros protagonistas. En este hormiguero que es
la ciudad tan conectado que se traba la comunicación ¿cómo encontrar a la
persona que nos corresponde?
Si bien la trama resulta restrictiva, la película deslumbra por la originalidad del retrato de la metrópolis, sacándole toda su energía y reduciendola a una naturaleza muerta.
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